Zenobia Camprubi: Hay quien le llama amor a
cualquier cosa, a la necesidad patológica del otro, al parasitismo más feroz y
destructivo, el escritor Juan Ramón Jiménez premio NOVEL de 1956 necesitaba a
su esposa Zenobia Camprubi, pero esto no significa que la quisiera bien o (incluso
que la quisiera) ¿puede querer alguien un personaje tan egocéntrico...? parecían
la pareja perfecta. Hasta que en 1991 Graciela Palau de Nemes editó y publicó
la primera parte del diario de Zenobia ella en la primera parte intenta salvar
lo insalvable: la leyenda rosa de amor: solo poco antes de su muerte el reconoció
la ayuda y colaboración de su esposa. Cuando ella recibió la noticia del premio
de él ya no podía hablar, bien es verdad que al fallecimiento de ella el enloqueció
de pena, el murió año y medio más tarde, a su muerte se encontró una libreta
que decía . A Zenobia de mi alma este recuerdo de su Juan Ramón. A partir del exilio de la Guerra Civil
Zenobia comenzó a escribir sus diarios, que inició en La Habana en 1937 y que
ya no dejó hasta pocos días antes de su muerte. En sus páginas escritas en
inglés y en castellano da cuenta de sus quehaceres cotidianos, zurcir la ropa,
recibir clases de cocina, ahorrar hasta el último centavo, salir de compras, visitar
las cárceles, enseñar a leer y a escribir a las presas mientras Juan Ramón se
pasaba el día tirado en la cama. "A Juan Ramón no se le puede dejar solo
en absoluto. ¡Él es queridísimo aunque me vuelva loca!". Un día tiene que
comprar un hornillo eléctrico porque J. R. tiene frío por la noche y le dura
hasta la mañana, otro día ya no puede más y está dispuesta a abandonarlo.
Reconoce que haber nacido con la disposición de J. R. ante la vida es un serio
problema para su vitalismo porque él solo encuentra alivio parcial en el
aislamiento. De La Habana a Nueva York, luego a Miami, hasta recalar en Puerto
Rico solo para que se sintiera a gusto al oír el sonido de su idioma. Zenobia
se había llevado al exilio un cáncer contraído en 1931. Fue operada en Boston.
En las sucesivas recaídas ya no pudo ser atendida por los médicos amigos.
Prefirió seguir a Juan Ramón, vencida su última rebeldía. Murió en la clínica
Mimiya de Santurce en San Juan de Puerto, el 28 de octubre de 1956, tres días
después de enterarse de que le habían concedido el Premio Nobel a su marido.
Antes, en el lecho de muerte, con una rosa blanca en la mano había dado las
instrucciones oportunas para el bienestar futuro de su poeta.
Increíble la historia de esta mujer en la sombra..hasta que se pudo publicar su diario no sin antes tener muchas trabas por parte de los familiares de Juan Ramón. (claro destrozan el mito de amor y marido perfecto)
Buenos días Esperanza, gracias por las palabras que me dejas en mi casa.
ResponderEliminarPues tampoco conocía esta historia. Vemos cuán difícil es ser realmente feliz en un matrimonio, y a la vista está, sólo ella se daba por entero a Juan Ramón, Pero al final . cuando uno se da cuenta de lo ha perdido se da cuenta de sus egoísmos.
Con ternura
Sor,Cecilia
Una mujer enamorada es capaz de cualquier cosa y ninguna historia de amor es perfecta ni existe la pareja ideal... creo que siempre una parte tiene que dar un poco más que la otra o irse turnando según las distintas etapas de la vida
ResponderEliminarMe ha gustado mucho recordar a Zenobia contigo
Un Abrazo
Tienes mucha razon.no hay medida para amar o set amado.
EliminarHola Esperanza
ResponderEliminarEsta historia ya la conocía porque la publiqué en mi blog de retratos, cualquier día la vuelvo a editar porque es terrible, el egocentrismo de ese hombre me subleva... qué lástima porque fue un grande de la literatura.
Un beso querida amiga.