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sábado, 5 de mayo de 2012

Las manos de mí madre.

Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.
¡Sólo ellas son las santas, sólo ellas son las que aman,
las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
me sacan las espinas y se las clavan en ellas!

Para el ardor ingrato de recónditas penas,
no hay como la frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias
son dos milagros blancos apaciguando angustias!
Y cuando del destino me acosan las maldades,
son dos alas de paz sobre mis tempestades.

Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas.
Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;
¡Son las únicas manos que tienen corazón!
(Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
aprended de blancuras en las manos maternas).

Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,
cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡Las manos maternales aquí en mi pecho son
como dos alas quietas sobre mi corazón!
¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con terneza!
Alfredo  Espino

viernes, 4 de mayo de 2012

Ya no quiero hablar más del tiempo. Quiero sentarme en una playa fría y desierta, que baje la marea y la arena blanca sea mi lecho por una noche. No quiero hablar más de mapas, los rompere y con ellos haré un barco para navegar rumbo a mar abierto, Serán las estrellas mi único ancla. El telón de mi obra el océano y los peces las rosas cuando saltan y aplauden. Sonara la guitarra cuando lleguen las nubes piratas y las olas distraerán al verano entonando soleares. Voy a a ver cada uno de los horizontes, haciendo mio al viento, haciendo estremecer a los cielos y a la luna al espectador que admira desde la distancia. Porque mi brújula esta lejos en tierra.